Es cierto que no es imprescindible que suceda una gran emergencia para suponer que las personas más vulnerables serán las que sufran un mayor daño. El problema es que, en la realidad, no siempre tenemos en cuenta esas vulnerabilidades y luego, cuando se materializa esa gran emergencia, el desastroso resultado nos lo confirma de inmediato.
Hemos tenido recientemente el “Gran Apagón”, algo inédito en su extensión, pero no tan infrecuente a nivel local, y hemos vuelto a ver rescates casi imposibles de personas con discapacidad en los que sólo la profesionalidad de los/as rescatadores/as y la gran colaboración de quienes estaban en difícil situación consiguió que todos ellos terminaran con éxito. Debemos felicitarnos por ello, pero no debemos conformarnos. Las situaciones fueron de emergencia, pero la mayoría de ellas permitieron “un tiempo” razonable de trabajo, si bien algunos casos puntuales, con algunas personas con discapacidad, fueron notablemente mejorables.
En la DANA no sucedió lo mismo. No hubo tiempo. La investigación judicial nos aclarará por qué, pero no hubo tiempo al no existir un aviso previo con suficiente antelación. El tiempo es uno de los elementos fundamentales que dan carácter a la emergencia y los “tiempos en la DANA” no acompañaron a la mayoría de las personas que tuvieron que sufrir sus consecuencias. Estoy seguro, y eso que tengo suspendido el curso de adivino, que si a técnicos y autoridades, de todas las administraciones concernidas, una semana antes les hubieran preguntado que si ese desastroso balance de víctimas podía ocurrir, nos habrían asegurado que no. ¡Eso es imposible! También es cierto que, preguntadas las correspondientes autoridades sobre el Gran Apagón, nos habrían dicho lo mismo. Igual hay que darle una vuelta o más de una vuelta a nuestros sistemas de seguridad y emergencia ¿no?
Discapacidad y vulnerabilidad
Volviendo a la DANA leía el resultado de las identificaciones de personas fallecidas y uno de los datos debe darnos que pensar. ¡El 63% eran mayores de 60 años! Y si añadimos a los menores de 10 años tenemos que el 66% de personas fallecidas se corresponden con edades en las que habitualmente somos más vulnerables.
No dispongo del dato preciso sobre la afectación general a personas concretas con discapacidades, pero he leído que fueron más de 1.600 las afectadas. Dato en el que pensar, ya que es obvio que esas personas se encuentran siempre en una situación de vulnerabilidad aumentada, debido a las barreras adicionales existentes en situaciones de emergencia y al manejo de “otros tiempos”, para poder realizar las correspondientes evacuaciones, confinamientos o traslados. En un informe del CERMI(1) se indica que la falta o dificultades para el acceso a la información y a las comunicaciones dificultó más aún la posibilidad de ponerse a salvo o pedir ayuda en particular a las personas con discapacidad sensorial.
Conclusión
El Gran Apagón y especialmente la DANA han evidenciado, de nuevo, la vulnerabilidad de una parte importante de nuestra población y la necesidad de fortalecer los sistemas que protejan a dichas personas. Tenemos que darle una vuelta a esta cuestión sin esperar ni un minuto y subrayar la necesidad invertir en prevención, por ello aprovecho la ocasión para animaros a participar activamente en la Mesa de Debate que tendrá lugar el próximo 22 de mayo en el Salón de Grados de la UC3M-Leganés (Madrid, España), pero también on line de forma gratuita en el enlace siguiente: Mesa de Debate: Emergencias Sin Barreras. Creo que hay que estar en ese debate y poner sobre la mesa las medidas y acciones que permitan a nuestros colectivos más vulnerables disponer de las oportunidades de preservación de la vida y salud a las que tienen derecho. ¡Ánimo, apúntate y haz propuestas, ofrece alternativas de mejora, da tu visión de la situación y del camino a seguir!
(1)CERMI: Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad