En febrero de 2022, con motivo de un incendio en la residencia de mayores de Moncada (Valencia) que causó nueve fallecidos, escribí un artículo que titulé “Una tragedia que se repetirá”. No me equivoqué: Julio de 2022 Celada del Camino (Burgos), 3 muertos. Siero (Asturias), 2023, 1 muerto. En 2024, Madrid, febrero, 3 muertos, julio, Villarrubia de los Ojos, 1 muerto. El 15 de noviembre diez fallecidos en Villafranca de Ebro (Zaragoza). No me sorprende, solo me indigna. No tardaremos demasiado en ver otra noticia similar.
Autor: Fernando Bermejo Martín. Inspector-jefe (jubilado) del Servicio de Bomberos de Badajoz / Expresidente de la Asociación de Profesionales de Ingeniería de Incendios
Publicación: Web OPRA www.opra.info • 18 de noviembre de 2024
Las imágenes de una cámara de televisión que acompañaba al equipo de criminalística de la Guardia Civil dan información de lo simple que habría sido cambiar las cosas: La puerta de la única habitación afectada por el fuego está totalmente quemada por la parte exterior, lo que indica que la puerta estaba abierta, pero no está destruida. Si esta puerta hubiera estado cerrada el daño solo se hubiera producido por dentro y poco humo habría salido al exterior. Las paredes del pasillo y las otras puertas de otras habitaciones no tienen daños por fuego, solo marcas de humo: si estas puertas hubieran estado cerradas el humo no hubiera penetrado en ellas y la cifra de víctimas sería otra. ¿Tan simple como eso?, se preguntará el lector profano. Pues sí, tan simple como eso.
Podría hacer otra conjetura, porque es un hecho repetitivo en otros incendios similares. Resultó afectado por el humo un guardia civil que llegó al rescate, pero no lo fue ninguno de los dos trabajadores de guardia (para 70 residentes, muchos de ellos encamados). Los trabajadores, pues, se concentraron en intentar evacuar a internos de zonas no afectadas porque seguramente una cortina de humo denso les disuadió. Pero no hay marcas de humo en las paredes a un metro del suelo: el suelo era un espacio de supervivencia, aunque no lo fueran las camas. No culpo a los trabajadores: no tenían la formación necesaria.
El oxígeno medicinal que empapa una ropa de cama puede hacer que esta arda rapidísimamente. ¿Cuántos empleados lo saben? Pero la formación y el entrenamiento no es suficiente porque, ¿cuántos internos encamados, impedidos, o demenciados pueden evacuar dos trabajadores en caso de incendio si hay que evacuarlos con sus camas?
El día que se obligue a que estas instalaciones estén protegidas con un sistema automático de extinción, sus residentes, sus familiares y los trabajadores podrán estar tranquilos. Hasta tanto preparémonos para ir incrementando la lista de víctimas. Y roguemos que no nos toque a nosotros o a nuestros familiares.