En menos de 7 meses dos incendios en residencias de ancianos (ambas en Aragón) han provocado 11 muertos y decenas de heridos y afectados. En lo que va de 2025, 68 personas han perdido la vida en incendios en sus viviendas. Estas cifras, terribles por sí mismas, ponen en evidencia que las viviendas y las residencias son espacios donde los incendios no controlados (controlado significa algo más que detectado) en sus primeros momentos, tienen las peores consecuencias en relación a los daños personales. Estas cifras, además, dejan palpable que la frecuencia y consecuencias de los incendios han aumentado en los últimos años por muy diversas razones, tales como cambios en las costumbres, evolución de los materiales presentes en estos lugares, etc (los exhaustivos informes anuales de la Fundación Mapfre son una fantástica lectura para profundizar en este tema).
Por lo tanto, cabe preguntarse si esta peligrosidad puede eliminarse o al menos reducirse. La respuesta desde un punto de vista técnico es clara, por supuesto que sí.
Entonces, ¿cuál es la razón, para que sigan ocurriendo este tipo de sucesos? No hay sólo una. En primer lugar, la Reglamentación General para este tipo de usos, requiere poco (o nada dependiendo del caso) que pueda detectar, controlar y combatir un incendio. En segundo lugar, el desconocimiento del Riesgo, que es un factor aumentado por la errónea convicción de que esto “sólo les pasa a los demás” y por tanto no debemos preocuparnos. Este desconocimiento o trivialización del Riesgo provoca la incapacidad de reacción ante un suceso de este tipo, que -endiablado Murphy- se puede presentar en los momentos más inoportunos (por ejemplo, por la noche o en el baño). En tercer lugar y en el extraño caso de que haya una preocupación por este tema, existe otra superstición de que la protección es algo engorroso y sobre todo caro. Hay muchas más razones y en próximas entradas al blog las trataremos, pero hoy vamos a centrarnos en estas tres cuestiones principales y las relacionaremos con el Ecosistema de Seguridad y Protección de Vida de NFPA® del que hoy hacemos un paréntesis.
Reglamentación – Responsabilidad Gubernamental
Desde diversas instituciones y asociaciones técnicas, se están emprendiendo iniciativas, con el fin de incentivar e incorporar en la Legislación una exigencia más razonable en materia de PCI para este tipo de usos. Siendo la Seguridad de los ciudadanos un derecho constitucional, la Administración no puede hacer oídos sordos a esta demanda y debe evaluar esta posibilidad de reformar las Regulaciones, visto que la mejora voluntaria (ir más allá de los Reglamentos) tiene un bajísimo seguimiento. Acercar los requisitos que se les exige a otros usos (por ejemplo el industrial donde las cifras de daños personales son residuales), podría ser un buen punto de partida.
Formación – Público Informado
Eliminar falsas teorías en relación al Riesgo de Incendio es posible. La información a edad temprana en los colegios, complementada con la divulgación de campañas de información y formación, a priori sería un buen avance tanto en prevención, como en actuación, pero sobre todo en concienciación. Este tipo de programas ya se están ofreciendo con gran éxito pero de forma muy puntual y no llega a todas partes. Para otros riesgos están realizando con excelentes resultados (p.e. prevención sanitaria, conducción, ahorro energético, etc).
La protección es un lujo caro y complicado – Inversión en Seguridad
La protección como tal nunca es cara si se comparan los costes de protección frente a las pérdidas provocadas por incendios. Haciendo un cálculo rápido, puede estimarse del orden de una inversión inferior al 0,65% respecto al valor de la pérdida posible, para alcanzar un nivel de protección MUY ALTO (hagan sus propios cálculos). Los daños de un incendio son irrecuperables y la pérdida de nuestros bienes más preciados (normalmente en nuestro hogar) nos trastocará la vida de forma importante y si además se producen daños personales, estaremos ante el peor de los escenarios posibles. No son sistemas engorrosos. Cuando los sistemas están correctamente diseñados, instalados, usados y mantenidos, difícilmente presentarán problemas. Diariamente nos enfrentamos a muchas dificultades sin considerarlos caros, complejos o embarazosos.
En definitiva, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que:
- El riesgo de incendio en el entorno residencial es una realidad palpable.
- Que tal y como están las cosas debemos ir más allá de lo que nos exigen las Autoridades si queremos disponer de una protección real.
- Podemos disponer de la mencionada protección real sin rascarnos apenas el bolsillo.
Contestando a la pregunta del título podemos decir que, aunque el uso residencial es de forma general un entorno seguro, tiene muchas limitaciones en caso de incendio, por lo que hay un enorme margen de mejora.
Hola. Gracias, es interesante.
Veo que nunca se mencionan las escaleras de cuerda para emergencia. ¿No las recomiendan para tenerlas en pisos que no sean muy altos?
Hola Isabel,
Hay varias razones para que su uso no esté extendido. Algunas de ellas son tales como la capacidad portante de la cuerda, es decir cuanto peso soporta y como debe estar anclada, si requiere vigilancia del estado y por supuesto la destreza necesaria para usarla con seguridad. Pero por supuesto, en caso de emergencia si se dispone de este medio ¿Porqué no utilizarlo?. Hoy existen otros métodos de escape tanto para edificios bajos como en altura, pero tampoco son muy utilizados.
Al ser la Evacuación, la última medida de protección (a veces casi la única), deberían implementarse los pasos anteriores, la prevención, la detección y la actuación.
Gracias por tomarte tu tiempo en leer el artículo.
Francisco J. Martín