Leo en la prensa la tragedia de la India en la que han muerto al menos 121 personas por la estampida al finalizar un evento religioso y que en la peregrinación a La MECA, Arabia Saudí ha reconocido la muerte de 1.301 personas y Egipto ha confirmado la muerte de 672 peregrinos, lo que me ha recordado el artículo que escribí hace años sobre el concepto de catástrofe y que reproduzco a continuación:
El concepto de Catástrofe (publicado en febrero de 2013)
La noticia de la catástrofe del incendio de la discoteca en Santa María en Brasil, a finales de enero de 2013 con un balance de 235 muertos me ha hecho reflexionar sobre cuán diferente es para nosotros el impacto de un suceso en función del lugar donde se produce y de nuestra proximidad a la tragedia.
¡Qué diferencia con el siniestro en el Madrid Arena! Con solo cinco víctimas fallecidas ha supuesto un follón político y mediático nacional que todavía no se ha acallado y que sigue produciendo dimisiones. ¿Qué hubiese pasado si hubiera habido 235 muertos como en Brasil?
Pensando sobre las diferencias abismales de la percepción de las noticias en función del lugar en el que vivimos he recordado una noticia situada en Manila que leí no hace mucho en la prensa: «Filipinas: Al menos una persona murió y cerca de 7.000 se quedaron sin hogar en un barrio de chabolas de Manila después de que un gran incendio devastara anoche más de 600 casas, indicaron hoy fuentes oficiales»
Nada que ver con un incendio en España. En primer lugar, no nos podemos imaginar en nuestro mundo civilizado del siglo XXI que en un incendio en nuestra ciudad o en nuestra provincia se quemasen completamente 600 viviendas; claro que las viviendas quemadas en Manila, probablemente tienen muy poco que ver con las nuestras.
Haciendo un pequeño cálculo del número de personas que se quedaron sin hogar, 7.000, en relación con las casas quemadas nos arroja un resultado de más de 10 ocupantes por cada vivienda. Sin duda, estamos ante un hecho que no se corresponde con nuestra sociedad ni con nuestro modelo social occidental y por eso nos cuesta tanto identificarnos con este tipo de tragedias ocurridas geográficamente lejos, y emocionalmente… lejísimos.
El concepto de catástrofe no tiene la misma dimensión en todas partes
Un ejemplo de este tipo de noticias que dan pavor cuando piensas bien en su magnitud suelen ser las noticias llegadas de India en la época de los monzones que de mayo a septiembre descargan grandes cantidades de agua (es habitual que se alcancen más de 4 m3 de agua por m2 y en algunas zonas –las más lluviosas del planeta- se alcanzan más de 11 metros); sí, has leído bien, casi 12 m3 de agua por m2.
Prácticamente casi todos los años se reciben las mismas noticias, esta es de 2009: «Más de 20 millones de personas han perdido sus hogares en India, Bangladesh y Nepal, los países más afectados por las inundaciones causadas por las lluvias monzónicas, que, además, han causado cerca de 1.500 muertes». Lo único que cambia es el número de millones evacuados, o desalojados, o sin hogar, y el número de miles de muertos. No solo se ha de atender a las labores de rescate para aquellos que se encuentran todavía en zonas peligrosas, suele ser habitual que, tras el desbordamiento de los ríos, enormes áreas de algunos Estados indios, en el nordeste del país, queden sumergidas, mientras millones de personas necesitan desesperadamente comida, refugio, agua limpia y, abastecimiento de medicinas para los dispensarios, lo que exige un gran esfuerzo de tareas humanitarias.
No puedo imaginarme el escenario de 20 millones de personas sin hogar, ni tan siquiera de un millón de personas que han perdido sus casas, tampoco puedo pensar en un suceso en el que cien mil personas de cualquier comunidad española hayan sido desalojadas de sus viviendas; me resulta inimaginable una catástrofe de esa envergadura.
Es probable que al leer esto en muchos de nosotros se desarrolle un mecanismo de defensa de nuestro subconsciente que nos diga ¡Ojalá nunca lo vivamos, ni lo veamos!
Pero sabemos que existe… lejos, pero existe. Qué suerte tenemos que, todas nuestras grandes catástrofes, son pequeñas; comparadas con las que ocurren en otros lugares, son minúsculas.
Javier Larrea
Secretario general APTB (2013)
Presidente de OPRA (2024)
Nota del autor: Este artículo fue publicado en la sección Llamaradas de la Revista Emergencia 112 nº 96, febrero de 2013 de la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos, y accesible en la web www.aptb.org y ha sido citado en alguna tesis doctoral, pero al haber sido retirado de dicha web es por lo que lo vuelvo a publicar en su versión original, para que sea accesible a quien lo quiera consultar en www.opra.info. Considero que el contenido sigue siendo vigente 10 años después.