Voluntarios con el barro

El 5 de diciembre es el día internacional de los voluntarios (declarado por la ONU) y tras las trágicas inundaciones del levante español con un balance provisional de 222 personas fallecidas aprovecho a ofrecer una reflexión sobre el voluntariado de emergencias.

Autor: Javier Larrea. Presidente del Observatorio de Prevención de Riesgos y Accidentes
Publicación: Web OPRA www.opra.info • 4 de diciembre de 2024

Los trágicos acontecimientos vividos como consecuencia de las lluvias torrenciales que han sacudido zonas pobladas de varios municipios dejando imágenes desoladoras y de absoluta destrucción, produjeron, como suele ser habitual, la aparición de un gran movimiento solidario por parte de la población cercana y también de las comunidades más alejadas, que querían ofrecerse para prestar la ayuda que fuese necesaria.

Este fenómeno no resulta extraño, es algo frecuente en las catástrofes, basta recordar el movimiento espontáneo que surgió por toda la geografía española cuando las irresponsables autoridades españolas impidieron el refugio del buque petrolero Prestige y lo enviaron a que se hundiera mar adentro produciendo una de las peores mareas negras de la historia de la navegación. Miles y miles de voluntarios llegaron de toda España en autocares y vehículos particulares a limpiar las costas gallegas.

Y una vez más, en esta ocasión, esa misma solidaridad espontánea hizo su aparición llegando miles de personas de todas partes que querían ofrecer su esfuerzo y su tiempo para ayudar, y como siempre ocurre, las autoridades se vieron desbordadas. En Valencia, el gobierno en medio del caos se vio tan desconcertado que llegó a pedir a los voluntarios que no fuesen, instrucción que como era de esperar, en buena lógica, no fue atendida por la población.

El problema de los voluntarios

De los varios tipos de voluntarios que colaboran en las catástrofes no me refiero a los profesionales que vienen (“voluntariamente”) de otras zonas geográficas en apoyo, ni tampoco a los miembros de organizaciones de voluntariado permanente, como pueden ser los de Cruz Roja o de agrupaciones o asociaciones de protección civil, me voy a referir a los que surgen espontáneamente de la población civil, sin organización previa ni dependencia orgánica de nadie: los voluntarios voluntariosos.

De estos voluntarios se conoce su altruismo, pero se ignora todo lo demás, no se sabe nada de su formación, ni de sus capacidades y habilidades y no tienen herramientas, ni los más elementales equipos de protección. Por tanto, son difíciles de organizar y emplear convenientemente, especialmente en las primeras horas.

Además, hay que protegerles adecuadamente con los equipos de protección personal necesarios: una de las máximas que hay que tener presente en las emergencias es que quien interviene no tiene que pasar a formar parte de la emergencia.

Si no se han previsto los sistemas de acogida del voluntariado, su encuadramiento en unidades, su equipamiento, la encomienda de tareas en función de sus aptitudes, la logística para su traslado a los destinos asignados y el abastecimiento de las necesidades básicas como agua, alimentos y espacios para las necesidades fisiológicas, el caos está garantizado.

¿Quién ha de organizar al voluntariado?

Como bien dice Pedro Anitua, cuando llega la emergencia no es el momento de pensar qué hacer, sino que debemos ponernos a hacer lo que ya habíamos pensado.

Este es el quid de la cuestión. Los gobiernos, del Estado, de las CCAA, de las Diputaciones y de los Ayuntamientos han debido de planificar todas las situaciones de riesgo catastrófico en sus planes territoriales, y en sus planes especiales de protección civil, y deberían saber que cuando llegue la tragedia van a necesitar miles de personas que aporten la mano de obra imprescindible para superar la calamidad pública que puede aparecer de forma inesperada.

De toda la planificación de emergencias este es quizás el punto más olvidado. Me atrevo a afirmar que en general en todo el territorio del Estado español tenemos una protección civil en mantillas para desastres, que se ha dedicado principalmente a las tareas de planificación sobre el papel más que a las tareas de respuesta tras una catástrofe y que ha dejado en el olvido este hecho indispensable del voluntariado post emergencia y que volverá a hacer su aparición en la siguiente gran emergencia.

Un fallo frecuente suele ser que, en las administraciones, el área o departamento de protección civil se dedica a realizar funciones que corresponden a la emergencia ordinaria y que podrían hacer otros servicios públicos. Esto es debido a que como sabemos las catástrofes no pasan casi nunca y por tanto si los servicios públicos de protección civil se dedican a esas situaciones “que no van a ocurrir” se convierten en irrelevantes a los ojos de los demás. El caso es que esta parcela de gestionar la ayuda recibida se ha quedado huéfana.

¿Se puede hacer mejor?

La respuesta es que, si no se ha pensado en ello, no se puede hacer peor. Como sabemos quiénes nos hemos movido en la gestión de emergencias “El peor Plan es no tener ningún Plan”. Y dicen quienes se dedican a la defensa que “para la guerra hay que prepararse en tiempos de paz”. Aplicando estas sabias sentencias tan solo cabe pensar un poco en cómo hay que prepararse.

Hay que tener en cuenta que los servicios de emergencia profesionales públicos están dimensionados para las situaciones cotidianas de emergencia ordinaria por lo que no son un recurso que podrá atender todas las necesidades de la emergencia extraordinaria sobrevenida en las situaciones calamitosas.

Alguno de los políticos al mando debería saber algo de gestión de emergencias

Lo primero a tener en cuenta al máximo nivel político es tener en alguno de los tres niveles de dirección de emergencias en las CCAA, consejero, viceconsejero o director general de protección civil, alguno que sepa algo de gestión de emergencias, que no pase como en Valencia que la consejera responsable no sabía que había un sistema de alertas para población.

Lo segundo es ponerse a planificar el voluntariado que necesitaremos. Alemania tiene un millón de bomberos voluntarios, Francia unos 180.00, Portugal, 30.000, España (a la cola de Europa) no llega a 5.000 (la mayor parte en Cataluña). Incluso en alguna comunidad autónoma los bomberos voluntarios están fuera de regulación, casi prohibidos, aunque nadie le puede prohibir a un ayuntamiento tener su propia organización de protección civil; esperemos que tras lo visto en Valencia se animen a corregir tamaño disparate. Cualquier político que lea esto debería darse cuenta de la debilidad que supone esta situación y la vulnerabilidad añadida que se cierne sobre la población por no tener un contingente de voluntariado, organizado, especializado, jerarquizado, encuadrado y formado con anticipación.

Es este voluntariado permanente, de los grupos de bomberos voluntarios y de protección civil, quien va a constituir la fuerza de choque sobre la que recaiga en la organización de los voluntarios voluntariosos, serán quienes les asignen tareas, les dirijan y les den instrucciones y supervisen los trabajos encomendados y su seguridad.

Mensaje para alcaldes

Los ayuntamientos de más de 20.000 habitantes tienen obligación de tener un servicio de protección civil y de bomberos y los alcaldes son los responsables de la protección civil municipal. Esperemos que hayan visto lo que ha pasado en Valencia y pongan sus barbas a remojar y se den cuenta Los miembros de protección civil deben servir para algo más que para sacarlos con sus uniformes en los conciertos y en las procesiones y fiestas patronales. Es necesario que todos los ayuntamientos tengan su propio voluntariado de emergencia entrenado para actuar en las situaciones catastróficas. Hay que empezar cuanto antes.

La post emergencia y la rehabilitación es una tarea de extraordinaria complejidad y todo será más sencillo y manejable cuanto más personal entrenado tengamos.

Artículo relacionado: Las emergencias de nivel 3 en inundaciones

Javier Larrea
Author: Javier Larrea

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2 comentarios en «El voluntariado en las catástrofes»

  1. ES UN ARTICULO MAS QUE INTERESANTE. DESDE LETUR DIGERON QUE NO NECESITABAN A LOS VOLUNTARIOS DE PROTECCIÓN CIVIL. ENTONCES DIGO YO SI NOS INFORMAMOS, FORMAMOS Y UNIFORMAMOS. CUANDO LLEGA UNA CATASTROFE ¿POR QUE NO APROVECHAN NUESTROS CONOCIMIENTOS Y NOS DEJAN INTERVENIR?

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