Disponer de datos adecuados acerca de las búsquedas es algo que permite realizar estadísticas y adquirir el conocimiento que luego tiene aplicación real durante una emergencia. Los datos necesarios para un correcto análisis de la situación van mucho más allá de los datos generalistas que se suelen proporcionar.
Para crear estadísticas realmente útiles hay que analizar cada caso con calma y extraer de ellos mucha más información de la que se suele considerar. La experiencia ha demostrado en cualquier faceta de la vida, que con los datos adecuados se puede realizar un análisis profundo que incluso permite crear herramientas útiles para los cuerpos intervinientes durante una búsqueda.
Sin embargo, en España esos datos no están disponibles o son inadecuados para un estudio profundo del tema. Al menos yo no he tenido acceso a los mismos. Esto me ha obligado, tanto a mi como a mucha más gente que quieren profundizar en el tema, a recurrir a estudios extranjeros del tema; donde las estadísticas que logran crear tienen aplicación real y sobre el terreno durante una emergencia.
Una posible causa de esto es el tratamiento que se hace en nuestro país de la figura de la persona desaparecida. Las estadísticas que se suelen proporcionar sobre personas desaparecidas suelen ser de cuántas personas están desaparecidas en el país, desde hace cuánto tiempo y puede que desgranadas por sexos o edades. Pero poco más. Sirve para los titulares, pero poco práctico para un equipo de búsqueda sobre el terreno.
Datos útiles
Para que los datos recogidos durante una desaparición permitan un análisis profundo a posteriori se necesitaría mucha más información. Con los cuestionarios e informes adecuados, que necesariamente no serán pequeños, se podría identificar información del tipo: qué estaba haciendo la persona, por donde se perdió, qué le sucedió, e infinidad de datos más, que aquí sería demasiado extenso enumerar.
Con todos esos datos, y si los datos son de suficiente calidad, se podría hacer un análisis profundo y con la cantidad de datos suficientes, crear unas estadísticas como las que utilizan en otros países. Y que son una herramienta altamente eficaz durante las horas iniciales de una desaparición, cuando faltan datos o incluso no se tienen, pero hay que hacer algo.
Si dispusiésemos de datos adecuados, podríamos hacer estadísticas nacionales. Lo cual reflejaría más fielmente la situación del país en este asunto, cómo nos comportamos y con datos más fiables. Lo cual permitiría acercarnos a la realidad social del país y con ello llegar a ser más eficaces en las intervenciones a nivel nacional.
Para ello habría que cambiar cómo se afrontan las búsquedas, en concreto: cómo quién recoge la información, cuánta información y cómo se recoge y, sobre todo, cómo se analiza y trata posteriormente.
Hacer que la búsqueda y el tratamiento de la información no solo sea un tema policial, que evidentemente, en parte lo es y no puede debe dejar de serlo, pero abordarlo de una forma interdisciplinar (no exclusivamente policial) sería de gran ayuda a la sociedad y a todos los equipos que intervienen en una búsqueda.
Diferencia entre persona perdida y persona desaparecida
Por mi parte sugiero crear una partición al concepto que tenemos en España de persona desaparecida. Lo subdividiría en dos categorías: persona perdida y persona desparecida.
Persona perdida: sería aquella persona que esta ilocalizable durante unas horas, hasta un máximo de 3 o 5 días dependiendo de las circunstancias. Su característica principal es que la situación se ha dado involuntariamente, al menos que esta sea la asunción inicial, y que no se tiene noticias de ella. Esta categoría sería de especial interés para todos los cuerpos que participan en una búsqueda.
Persona desaparecida: es aquella de la que no se tiene noticias o pistas durante al menos entre 3 a 5 días o que se sospecha que su desaparición no es fortuita, sino que puede ser el resultado de la voluntariedad de alguna persona. Esa voluntad puede ser de la propia persona, sin intención de que se vuelva a saber de ella, o por otra parte de terceras personas que hayan podido obligar a la persona para que de alguna forma impida que pueda ponerse en contacto libremente con sus familiares o allegados sobre su situación. Esta categoría sería la que tradicionalmente conocemos y es básicamente un asunto de competencia policial.
Creo que esta distinción sería interesante en los dispositivos de búsquedas. Si bien en el caso de una persona desaparecida, la actividad policial es prioritaria y fundamental de forma indiscutible, pudiendo apoyarse su actividad en la de otros servicios y organizaciones que puedan participar en la búsqueda. En el caso de una persona perdida la actividad policial iría de la mano y junto a la de otros cuerpos u organizaciones que puedan colaborar en una búsqueda.
En el caso de las personas perdidas, la disponibilidad de estadísticas permite que los cuerpos que se sumen a la búsqueda, especialmente en las primeras horas, cuando la información es nula o escasa, puedan aplicar estrategias y técnicas que son de contrastada eficacia. Y si ya se dispusiesen de estadísticas nacionales de calidad, esa herramienta sería todavía más eficaz.
En el caso de una persona desaparecida esas estadísticas también serían de gran utilidad, aunque el factor policial sería el predominante en esa situación.
Conclusiones
Esa distinción entre persona perdida y desaparecida, más una forma adecuada de recoger la información durante una búsqueda y unos completos informes tras la emergencia, son la base para poder recoger los datos necesarios para análisis posteriores.
La disposición de estadísticas nacionales de calidad sería un gran avance en las búsquedas en España.
Abogo por cambiar cómo se trata la información sobre búsquedas en España y con ello empezar a recoger datos útiles y analizar de forma profunda y adecuada esos datos de búsquedas y así llegar a disponer de estadísticas nacionales útiles.