Suena raro, pero es así. Y eso que he puesto una vida, solo una, aunque el número seguro que es en la realidad mucho mayor. ¿Pero de qué estamos hablando? Estamos hablando de la más elemental de las medidas de prevención: garantizar la evacuación a través de una vía segura.

Esto es, estamos hablando de las puertas de las escaleras protegidas y especialmente protegidas cuyo único papel es estar cerradas cuando se produce un incendio, a fin de compartimentar la vía de evacuación, pero que sin embargo no realizan esa función porque alguien decidió bloquearlas.

La más elemental de las medidas de prevención: garantizar la evacuación a través de una vía segura

La legislación obliga en muchos casos a que las escaleras deban protegerse, pero ¿para qué? Un tiesto, una cuña, una cuerda, cualquier cosa vale con el fin de bloquear esa molesta puerta que impide tener el descansillo de mi casa bien ventilado o que hace que tenga que dejar la bolsa en el suelo para abrir la puerta de acceso a la planta de garaje. Total, ¡qué más da! Si fuera importante alguien nos lo habría dicho ya, porque son muchas las personas que utilizan esa salida y nadie dice nada.

Efectivamente se puede concluir que las personas que piensan así tienen razón. Si los que saben no dicen nada, será que no es importante. Tampoco nos dijeron, cuando accedimos, a vivir en ese edificio de viviendas, para qué servía la escalera con esas incómodas puertas. Y tampoco figura en ningún sitio la información, ni nadie nos dice para qué sirven y la necesidad que hay de que cumplan esa extraña función desconocida que es la de servir como vía de evacuación protegida en caso de incendio.

¿Y la legislación, qué? Pues nada de nada. Es cierto que el Código Técnico de la Edificación obliga a “poner” esas puertas que protegen las escaleras que, recordamos, son muchas veces la única posibilidad de evacuación de un edificio ardiendo, pero nadie supervisa su estado ni las condiciones de uso. Tampoco se puede aplicar la Norma Básica de Autoprotección ni la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. A alguien se le están olvidando las viviendas.

¿Y entonces, qué? Si nadie supervisa o controla oficialmente esto, parece que la cosa no tiene mucho remedio, salvo que acudamos a algo tan sencillo como que la supervisión la hagamos los propios usuarios y usuarias.

¿Os imagináis que cada una de las miles de personas que componen los servicios públicos de seguridad, tanto profesionales como voluntarios, cada vez que accedan a un lugar con la puerta de compartimentación abierta, la cierren?

¿Os imagináis que, a la persona administradora de cada edificio de vivienda con escaleras protegidas o especialmente protegidas, les llegue una carta de los servicios de bomberos, indicándole cuál es la función de esas puertas, para que se lo transmitan a los vecinos y vecinas?

¿Os imagináis que….

– ¡Pedro! Despierta, que es ya la hora-.

– Vale, vale, ya voy. Es que leí hace unos días que un chaval salvo la vida de su familia en Bermeo gracias a los consejos de bomberos y al parecer me ha vuelto a la cabeza. No sé, creo que estaba soñando que esto se generalizaba, pero no sé.

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Javier Larrea
Author: Javier Larrea

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