Leemos en la prensa una buena noticia de prevención que dice: “El Real Betis (club de fútbol) realiza el primer simulacro de evacuación inclusivo de La Liga (en su estadio)”. Pero esta interesante acción resulta incompleta.
En primer lugar, hemos de dar la bienvenida a la buena noticia de que un club de fútbol realice la implantación de su plan de autoprotección y que incluya a las personas con discapacidad. Enhorabuena al Betis Balompié.
El club ha programado una situación en la que ha contemplado varios simulacros de emergencia entre los que destacan un incendio en uno de los bares del estadio y una posterior avalancha, con la movilización de varios servicios públicos intervinientes para dar respuesta a estas simulaciones: policía, bomberos, protección civil, sanitarios, etc., además del propio personal del club.
Simulacro sin ejercicio
Para todo ello se ha contado con algo más 300 personas que contrasta con las 60.000 personas de capacidad que tiene su estadio. Es sin duda un avance, pero se queda corto.
El siguiente paso que deben realizar los clubes es la puesta en marcha de ejercicios de evacuación de sus estadios contando con sus aficionados cuando llenen las gradas.
El ejercicio de evacuación
La propia Norma Básica de Autoprotección en su capítulo 9 que trata del Mantenimiento de la eficacia y actualización del Plan de Autoprotección se refiere en su punto 9.3 al Programa de ejercicios y simulacros, lo que evidentemente está indicando que simulacros y ejercicio son dos conceptos diferentes.
Para los profesionales de la emergencia y autoprotección es de sobra conocido que realizar un simulacro de incendio en un edificio, por ejemplo un hotel, supone definir un escenario, una planta, un lugar, en el que vamos a simular que se va producir un incendio, y vamos a desplegar una serie de acciones como probar algún pulsador de alarma de incendio, transmitir la alarma, hacer sonar las sirenas, movilizar personal, simular la extinción del incendio (inexistente) con extintores portátiles, con mangueras de las BIEs, etc.; y otra cosa muy diferente es realizar un ejercicio de evacuación, que supone sacar a todos los ocupantes del edificio al exterior del mismo. Esto se hace al menos una vez al año en los centros escolares, y en muchos otros edificios, para que los ocupantes habituales conozcan las rutas de evacuación. Se trata de ejercitar esta rutina, por eso se trata de un ejercicio. Los ejercicios de evacuación en muchas ocasiones se realizan sin necesidad de plantear ningún simulacro de ningún tipo de emergencia.
Esperemos más ejercicios de verdad y menos simulacros de mentira.
De la distinción que haces entre ejercicios y simulacros todavía no he conocido a nadie que no ponga cara de poker cuando lo oye, esto algo claro indica.
Opino que la razón es que esta distinción no se da, ni hace falta que se dé, con lo que se hace y se pretende. Estoy cansado de acudir y analizar ejercicios y simulacros (de mentira) en los que digo que ninguno de ellos es real, ni sirve para nada, si todo ha salido bien, porque la realidad en una emergencia nunca es esa, por bien que se actúe. La emergencia, entre otras muchas cosas, es una situación muy estresante y con buena carga de decisiones improvisadas, por mucho plan que exista, lo que es tendente a errores, que deberían existir en los simulacros para que fueran reales y útiles.
Casi siempre lo que se monta es una especie de teatro en el que los actores se saben el guion y no contiene casi nada de realidad con una situación de siniestro, riesgo o emergencia, Pero si mucho de justificación para algunos. Buena imagen y nada útil, pero nadie suele decirlo.