Las siete muertes que se han producido hasta ahora en los dos últimos meses de este verano en la Comunidad Valenciana han propiciado un debate en sobre si conviene o no dejar de celebrar esos festejos taurinos. Como las muertes en estos festejos se suelen producir de forma aislada e inconexa no llaman la atención de la sociedad, pero si damos un pequeño repaso a las víctimas producidas en el verano nos pueden producir escalofríos, al menos a quienes nos dedicamos a la prevención de riesgos.
Autor: Javier Larrea. Presidente del Observatorio de Prevención de Riesgos y Accidentes
Publicación: Web OPRA www.opra.info • 13 de septiembre de 2022
La muerte no solo está presente en las corridas de toros donde es esperada la muerte del toro, y rara vez la muerte de un torero; la muerte puede aparecer también en los otros espectáculos taurinos como encierros, becerradas, vaquillas, toros de fuego, correfocs, bous al carrer (toros a la calle), y otras diferentes denominaciones de estas “tradiciones” en las que los participantes y espectadores se divierten con el riesgo de estos eventos independientemente del sufrimiento del animal en mayor o menor grado.
El debate
Son cientos de pueblos y aldeas las que celebran este tipo de fiestas-espectáculo, pero se cuentan con los dedos de una mano las localidades que han decidido suspenderlas, como los municipios valencianos de Tavernes de la Valldigna, Náquera y Sueca. Son pocos aún, pero es un indicador de los cambios sociales que poco a poco cambiarán una tradición que tiene profundas raíces culturales. Las declaraciones del presidente de una asociación de defensa de Bous al carrer diciendo que la muerte es “parte del festival” están fuera de lugar.
Aunque el debate ha surgido por el llamativo número de personas muertas en los festejos, los activistas antitaurinos exigen la prohibición y se oponen a todo tipo de crueldad con los animales. En el mundo se está produciendo un cambio cultural respecto de los espectáculos en que los animales sufran daños, y una buena muestra de ello es que en junio de este año se suspendieron los toros definitivamente por orden judicial en La México, la plaza de toros más grande del mundo.
Los decesos de 2022 (por el momento)
En la Comunidad Valenciana se han producido en estos festejos entre julio y agosto siete muertes alcanzando el récord de 7 decesos en estos festejos, igualando la cifra que se produjo en 2015:
- El 9 de julio a las 02:30, un francés de 64 años fue corneado en los “bous al carrer” de Pedreguer (Alicante).
- El 12 de julio una vaquilla corneó a un hombre de 56 años en el espectáculo nocturno compuesto por “vaques y bou embolat” en Picassent (Valencia).
- También resultó fallecido otro varón de 50 años por la cogida en los “bous al carrer” de Meliana (Valencia) el sábado 17 de julio por la noche.
- En la medianoche del viernes 6 de agosto un joven de 18 años fue empotrado violentamente contra un burladero por un toro embolado en Soneja (Castellón), causándole la muerte.
- Un vecino de Almedíjar (Castellón) de 71 años de edad, falleció como consecuencia de la cogida por un toro en los encierros de su localidad a las dos de la tarde del miércoles 17 de agosto.
- El jueves 18 de agosto una mujer de 73 años fue corneada en los “bous” de Beniarbeig (Alicante).
- El domingo 21 de agosto un joven de 24 años de Almansa (Albacete), perdió la vida en Vallada (Valencia) tras ser embestido por una vaquilla en un encierro popular de ‘bous al carrer”.
Y no solo ha habido estos muertos en la península este verano. También hemos registrado estos fallecimientos:
- El 8 de agosto en La Seca (Valladolid) falleció un hombre de 54 años al ser corneado por un toro en una verbena nocturna, donde ya había fallecido otro hombre de 40 años en el encierro del sarmiento el día 1 de mayo.
- En Cella (Teruel) falleció un varón de 69 años tras ser corneado por el toro de fuego a las 00.40 horas del domingo 14 de agosto.
- El 28 de agosto falleció un hombre de 60 años durante los encierros celebrados en Alalpardo (Madrid).
Desde 2014 han muerto en tierras valencianas 31 personas cogidas por toros o vaquillas (52 muertes desde 2005) y entre 2014 y 2021 ha habido 5.415 heridos en estos festejos.
Análisis de riesgos de los ¿accidentes taurinos?
Un accidente es si vas por el monte y te pica una víbora; no es un accidente si coges una víbora y te la metes en tu cama y te pica. No parece que pueda ser calificado de accidente ser cogido, o embestido por un toro o becerro si te pones de forma intencionada delante del astado en una situación de absoluto estrés para el animal.
Evidentemente, no todos los espectáculos son iguales y desde el punto de vista del riesgo puede ser injusto a la vez que inexacto meter a todos en el mismo saco. Entre los encierros y los toros de fuego, correbous y bous al carrer hay notables diferencias dignas de destacar.
Desde este Observatorio de Prevención de Riesgos nos vamos a centrar en aquellas variables que intervienen de forma desfavorable en los correbous y los bous al carrer:
El escenario del festejo
Los escenarios son muy diversos e irregulares con escasa preparación ni análisis para mejorar la seguridad. Suele primar el aserto: “siempre se ha hecho así”.
El horario de celebración
Casi siempre se celebran de noche, cuando después de un día de fiesta los participantes acumulan más fatiga y tienen mermadas sus facultades físicas y reflejos, y probablemente con las más altas dosis de ingesta de alcohol (¿y drogas?) que limita mucho más aún las capacidades de reacción y enlentece los reflejos.
El control que ejercen los organizadores y autoridades
Las autoridades ejercen poco control para evitar que menores, o personas muy mayores, o borrachos o drogados accedan al recinto.
El trato a los animales
Los animales son sometidos a algún tipo de tortura o sufrimiento por lo que se encuentran en una situación de estrés extremo y en una situación de defensa y ataque por lo que sus cornadas son más fuertes y violentas.
Las medidas de asistencia sanitaria en caso de accidente
No suele haber medidas sanitarias de calidad para atender con inmediatez. No siempre se dispone de ambulancias con personal cualificado para atender las graves lesiones que pueden producirse. Y como muchos pueblos y aldeas organizan estos eventos, a veces, los hospitales para atender a los heridos pueden estar a casi una hora de distancia.
¿Es posible la prevención de este riesgo?
Aceptando que hay personas que disfrutan con el espectáculo que incluye el sufrimiento de estos animales, las autoridades y organizadores de los festejos deberán contraponer esa potencial diversión con el riesgo cierto de perder a alguno de sus vecinos, y actuar en consecuencia.
Dejando de lado el sufrimiento que sufren los animales, como seres sintientes, y centrándonos tan solo en los aspectos preventivos de gestión de los riesgos, la sociedad debería adoptar las medidas preventivas para evitar este grave riesgo para la población. Aplicando las formas de la “Regla de las Cuatro Tés (4T)” para la gestión de los riesgos, que otro día trataré con más profundidad, resulta inaceptable TOLERAR ese riesgo tal y como se acepta en la actualidad; TRANSFERIR la responsabilidad del riesgo a un tercero mediante una póliza de seguros de Responsabilidad Civil, es obligado pero insuficiente para reducir los accidentes; la opción más contundente sería TERMINAR con el riesgo, es decir NO CELEBRAR estos espectáculos que suponen un riesgo grave para las personas.
Otra opción es TRATAR el riesgo atendiendo a las variables que se han analizado, interviniendo sobre ellas para reducir el riesgo. La gran mayoría de estos fallecimientos se han producido de noche, así que parece que la nocturnidad es un factor de riesgo importante que debería considerarse si se quiere reducir el riesgo. Las otras variables analizadas también son importantes y cada una de ellas (escenario, control de accesos, trato a los animales y recursos de asistencia sanitaria) debiera ser objeto de un análisis pormenorizado por parte de organizadores y autoridades con la intención de modificar todo aquello que pueda beneficiar la seguridad del festejo.
También, desde una perspectiva personal, las personas participantes deberían valorar sus capacidades y habilidades cuando vayan a exponerse a un riesgo en el que pueden perder la vida. Las declaraciones del presidente de una asociación de defensa de bous al carrer diciendo que la muerte es “parte del festival” de lo que debe ser una fiesta que proporcione felicidad a sus participantes.
Un alcalde, ante la alternativa de no modificar nada (respetando la cultura popular), debería pensar cómo puede verse en la tesitura de tener que explicar a los padres de un chico muerto en las vaquillas que es más importante la tradición del pueblo que la vida de su hijo.
Nada tan fácil como anular esta barbaridad. Lo preocupante es el maltrato animal.
Roser, para acabar con los accidentes nada más efectivo que eliminar la actividad que los produce. Está claro.
La cuestión es que esos festejos existen porque una parte de la sociedad participa de ellos. Existen diferentes sensibilidades sobre esto y lo que para unos es una maltrato animal para otros es una tradición irrenunciable.
No tengo dudas de que la sociedad avanza hacia un mayor respeto de los animales y que dentro de poco la diversión será incompatible con la tortura a los animales. Pero los cambios sociales siempre se producen poco a poco.
por ejemplo, ayer conocimos la noticia de que la fiesta del Toro de la Vega, que se celebra en Tordesillas (Valladolid) en que se lancea a un toro hasta su muerte, ha sido suspendida y será sustituida por otro tipo de festejo menos cruel.
Lo que se te escapa es que esos que disfrutan viendo sufrir y morir a un animal son insensibles enfermos mentales. A los que hay que tratar como tales no como seres humanos normales y con derecho a matar animales.
Estamos en un país en el que se ha declarado patrimonio cultural inmaterial el espectáculo de ver sufrir a un ser vivo hasta la muerte, o lo que es lo mismo, a la tauromaquia. Este hecho y el que existan tantas personas que disfrutan con el sufrimiento de un ser vivo, como ocurre en todas estas fiestas pueblerinas, me desanima como persona que aspira a que el concepto de “ser humano” venga definido por ciertas características entre las que destacaría, la compasión y la ética, donde no tienen cabida estas actividades. En mi forma de ver las cosas, incluso los animales destinados al consumo deben ser tratados con compasión y un mínimo de dignidad. Respecto de las muertes producidas en estos festejos, poco que decir y siento ser tan duro, pero si un gilipollas decide arriesgarse y disfrutar de ese modo, debe asumir las posibles consecuencias.
Debería estar prohibido maltratar y matar de forma tan inhumana a un animal.
Me sorprende que no se hable del precio que cuenta montar un acto así, entre ganadería, seguros y demás, debería de hacerse público y saber si también si a la persona muerta debe de pagarla el ayuntamiento.
Me parece terrible pagar violencia de este tipo