La pérdida o desaparición de una persona, también la prevención es una opción [03/05/2024]

En el mundo actual hay innumerables situaciones que le pueden pasar a una persona, buenas y malas.

Y la pérdida o desaparición, propia o de una persona conocida o familiar, es una realidad que se puede producir.

Es una situación muy dura, sobre todo para quienes quieren y rodean a la persona afectada. Y para evitar ese sufrimiento, una actitud de prevención es siempre la mejor opción.

La desaparición de una persona está influenciada por una gran cantidad de factores, como por ejemplo: dónde se produce la desaparición, las características de la persona que la sufre, la situación climatológica, etcétera.

Si nos centramos en dónde se produce una desaparición, si atendemos a los datos recogidos por el ISRID (International Search & Rescue Incident Database) a lo largo de años recogiendo datos de desapariciones sucedidas por todo el planeta: el 68% de las desapariciones se dan en áreas despobladas. El 14% en áreas rurales. El 9% en áreas urbanas. El 2% en áreas suburbanas. Y el 7% en el agua.

Estos datos son una muestra de la variedad de entornos en los que se producen las desapariciones. Si bien esa diferenciación no siempre es fácil marcarla si nos acercamos al entorno en que queramos aplicarlos; y un buen ejemplo de ello es lo que sucede en los entornos poblacionales como los que tenemos en el País Vasco; la diferencia entre zona urbana y zona rural no es siempre fácil identificarla con claridad en este tipo de emergencias.

Otro de los factores en una desaparición son las características de las personas que sufren una desaparición. Si volvemos a acudir a los datos internacionales que nos muestra el ISRID y nos centramos en los incidentes urbanos; en este caso nos indica que: el 44% de estos incidentes están protagonizados por personas que sufren algún tipo de demencia. El 16% le sucede a personas abatidas, tristes o suicidas. Otro 16% a menores de entre 1 y 12 años. Un 6% corresponde a personas con alguna discapacidad intelectual. Un 4% son personas como caminantes, senderistas o excursionistas. Otro 4% corresponde a personas que sufren alguna enfermedad mental, con efectos psicóticos. Un 3% son situaciones de secuestro, incluyendo el homicidio. Un 2% son protagonizados por jóvenes entre 13 y 15 años. Otro 2% corresponde a personas con algún tipo de autismo. Un 1% son situaciones de fuga de menores. El otro 1% corresponde a abuso de algún tipo de sustancia. Y el 1% final corresponde a situaciones que no se han podido catalogar.

Estas estadísticas pueden no corresponder exactamente a lo que sucede a nuestro alrededor actualmente, pero sí nos sirve para mostrarnos la gran variedad de situaciones que se pueden producir.

De estos datos podemos intuir la gran variedad de circunstancias que pueden rodear a una desaparición, ya que no hay dos desapariciones iguales.

Si bien, sí hay un denominador común en muchas de ellas; y es que si se toman una serie de medidas previas es posible reducir considerablemente el riesgo de desaparición; y si tristemente se da esta situación, una serie de recomendaciones puede ayudar a minimizar sus efectos negativos y/o ayudar a los equipos de búsqueda.

Por ello, en próximos artículos iremos hablando sobre ciertos tipos de desapariciones y daremos recomendaciones tanto para prevenirlas como para actuar si se da esta situación.

Redacción OPRA
Author: Redacción OPRA

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